Gritabas tras la ventana y tu voz llegaba honda y precisa.
Pronunciabas mi nombre. Nunca me hice el interesante. No dejé que repitieras el pasado. Me enterraba en la arena y dejabas pasar el tiempo, tu tiempo, la
precisión del tiempo.
Han cortado el bosque de eucaliptos y María se enfada. La bicicleta
blanca pasea por un camino sin árboles, por una vida ausente de vida. El mundo
pasa desordenado y lento, ya no seremos fábula.
Han dejado el libro abierto con las páginas en blanco. Todo es cuestión de
tiempo.
Leo Conjuros y la verdad se vuelve
a nuestro lado. Acaricio tu rostro y sonríes. Eres la libertad del hombre sin materia,
la realidad del acto. Acaricio al gato y sigo siendo fábula. ¡Pobre laberinto!
Siento como el carisma se entrega entre las sombras. Acaricio tu rostro
y doy el sorbo a la copa desordenada.
Vivo otra vez, acaso siempre he sido el mismo pero no lo he
manifestado. Mentiras, todo es mentira. Lo repito mientras ocultas tras tus
pupilas, las que reflejan el amargo de la vida.
Miénteme al oído. Pero miénteme. Tengo respuestas a todo,
absolutamente a todo. No hago daño a nadie pero no permito que los falsos
poetas escuchen tu grito tras la ventana. Tu forma de besar sigue siendo invencible. Me faltó el arte.