Hace años tuve un sueño. Fue un suceso agradable. Todo cuanto ocurría
en él nunca se cumplió.
Las puertas se abren y se cierran. Se esconden el sol y la luna. Los
pájaros emigran, las hojas caen al suelo, la serpiente muda su piel. Hoy los
rabilargos han acabado con todos los higos. Van perdiendo el miedo al ser
humano como el hombre dejó de tener pánico a dios.
Temo a los vivos, a la mala literatura y a los poetas que nunca miran
a los ojos. A los sueños que no acaban de cumplirse y al ruido que me despierta
por las mañanas a la misma hora. Sobre las cinco siento un golpe en el hombro.
Abro los ojos, grito, pregunto a las sombras. Salgo a fumar y todo es
oscuridad. Los seres vivos evitan el silencio puro.
Enciendo un cigarro y recorro la tierra descalzo. Vuelvo a la cama al
rato.
Desear la imitación es justificar la propia muerte, pero siempre resplandece
lo oscuro de la verdad.