LA joven
Natalie R. permanecía sentada en el banco de la Plaza Verdun. Luego acudiríamos
al teleférico, a observar la ciudad desde el aire, las montañas desde las
burbujas. El cielo azul nos acompaña siempre.
La joven
Natalie R. era bella. Pequeña y delgada, francesa. Necesitaba el cariño de ser
escuchada en su idioma, la caricia comprometida y un poco de alimento.
Dice don
Nicanor que me aleje de todos los poetas que hablan y reseñan libros de otros
poetas. Aparta de tu vida aquello que no
sea un artefacto verdadero. Y eso intento hacer. La mejor publicidad es el
silencio, aunque los necios sigan dando cuenta de sí mismos en su interior
ignorancia.
Pasan los días
más lentos. Salimos por la Rue Haxo. Comienza a ponerse el sol. Suena el móvil
mil veces. Pulso la tecla silencio otras tantas antes de llegar a Rue Champollion.
Me aparto de
todo lo que huela a Coca Cola, a poesía. ¿Para qué? Todo es mentira. Tan
falso como la propia Grenoble.