martes, 23 de octubre de 2012

Halazepan



DÓNDE están las personas. La persona no importa. Solo se tiene en cuenta el misterio, el interés, la duda.

Quién eres realmente. Hablas de ese autor por interés, el interés propio y vanidoso. Lo que te doy a ti, tú me lo otorgarás a mí.

He aprendido mucho en los últimos meses. Que la verdad está por encima de todas las circunstancias, que nadie vale nada, nada no tiene valor.

Solo vales lo que apunten tus actos. Y los hechos son falsos. Los que dicen ser amigos se preocupan exclusivamente por sus cosas, y si esas cosas están relacionadas contigo la amistad culmina cuando desapareces.

Así es la literatura. Creas para diversificar y aburres al universo. Un puñado de imbéciles te reciben. Los mismos que se apartan y se acercan. Los mismos que mienten. Los únicos que nunca miran a la cara.

Lo dice mi loquero: la dosis de halazepan y el paquete de tabaco rubio. Cuántos abrazos fingidos he recibido. Cuántas llamadas inertes. Cuántas menciones, algunas hasta con un calificativo que ahora resulta visceral.

Todo es mentira. El hombre se preocupa de pagar la luz y llenar el depósito de gasolina. La mujer del dinero de la cartera, dando igual de dónde proceda. Y el poeta, el poeta enciende la vela de su vanidad una vez y otra vez. Con mechero. El viento la apaga con mesura, pero la llama es más fuerte.