Me ocurre como en El mito de
Theuth del Fedro de Platón. Dudo
de la escritura. Pero también muestro recelo al diálogo. Lo no escrito es
doctrina, lo escrito falso criterio. El hombre con sus actos tan solo resalta
lo previsible, que siempre será mentira.
Sube una araña por mi pierna derecha y siento sus patitas. Al primer
intento de soltar la mano cae al suelo y se aleja hacia una esquina. La
persigo. Todo se realiza en silencio. Nada está escrito.
¿Para elegir lo bello y lo hermoso hace falta escribir o mentir?