Los 21 poemas inéditos de Neruda que se acaban de publicar son
irregulares, no acaban de convencerme. Muchas veces es mejor dejar lo que está
y no abrir el armario de la distonía. Al final siempre acompaña la alteración.
Con Marga me ha ocurrido
algo similar. Es mucho más atractiva la realidad que el entendimiento.
Ambas obras llevan en su tripa imágenes a color, son bellas ediciones,
de un similar grosor. Estarán orgullosos los hacedores. Los nombres que figuran
en la cubierta venden solos o mal acompañados.
¿La realidad? No, el entendimiento.
Sigo con la Zambrano, la aparición en unos meses de un nuevo volumen
de sus obras completas sí es un acontecimiento.
Odio cada día más la poesía empalagosa, la que está construida con cincel
y martillo, la que no tiene sangre, solo lleva palabras, palabras, palabras.
Decía Menéndez Pelayo: Entre
todos los dones del ingenio humano quizá no hay otro más excelso que el de
crear una reproducción total y armónica de la vida. Y la vida no es siempre
bella, ni artificial, ni armónica. Su creación ya es un logro en sí, pero fiel
reflejo de la realidad. ¿O tal vez del entendimiento?