domingo, 18 de enero de 2015

Llueve




Llueve. Sobre la mesa del salón un paraguas minúsculo y un cuaderno marrón. Hay humo por toda la casa.

Intento leer a Heidegger pero no lo consigo, hay falsedad en sus palabras. Al menos, no se acerca a la verdad que busco.

Un amigo me habla del premio Andalucía de la crítica, ya ha anunciado los finalistas. Y le respondo ¿Hay premio de la crítica en Andalucía? No me consta. Un grupo de colegas con intereses se unen para seguir otorgando intereses, nada más y nada menos. No me consta que exista premio alguno. El interés no existe sin remordimiento. Y si hay interés y vanagloria nada existe.

Una vez una comadreja se escondió en un acebuche. Se llevaba a su hueco tronco todos los libros que encontraba para crear su hogar. La comadreja, que no entendía de poesía, tomaba todos los libros que se ponían en su camino desde el pilón hasta su tronco.

Un día, mientras aguardaba que los humanos se marcharan del sitio, intentó leer alguno de los libros que la rodeaban. Y le pasó lo mismo que hoy me ha ocurrido con Heidegger, no era verdadero.

Si algún día te encuentras una comadreja otórgale compromiso, circunstancias verdaderas, amor y humidad, desposéete de ti, has dejado de ser para ser auténticamente.