En El Tabo se me dio la oportunidad de comprobar que la poesía es una
inocente tristeza que nace del delirio.
En México D.F. descubrí que la esperanza del humilde no existe.
Ahora, de vueltas del viaje, busco el ambiente cálido y cordial que
solo otorga la soledad y el silencio. Y sigo afirmando que el arte es mentira y
que los monstruos existen, la historia los consume.
He dejado de tener iconos, pasado y fe. Alimento el fuego de la
chimenea con la respiración y con la muerte de los antepasados.
Soy un animal infernal con estados naturales, y habito en el
laberinto, en el espejo que tiene el marco verde.