viernes, 30 de septiembre de 2011

65 (Sesenta y cinco)



Lo que existe debe encontrarse. No podemos conformarnos con esperar que venga y nos salude. La búsqueda es un proceso tan radical como verdadero. Sé que tengo que seguir hallando a las personas. Probar es algo injusto pero no hay más remedio.

Hasta ahora han pasado por el porche decenas de poetas. Algunos son muy altos, otros más bien pequeños. Los hay con mucho pelo, calvos, rubios. El agradecimiento, como la fortuna, es un bien material que reconoce. Y no he podido identificarme con nadie.

Ese nadie pervive desde el ochenta y tres. Miré por la ventana, subí a la azotea y me quité el anillo de la boda de siempre. Ese día me siguieron los pájaros. Aprendí que la naturaleza dejaba paso a las personas, que las sombras ocuparían la vida, que dios y Satanás se entretienen, las tardes de diciembre, jugando al ajedrez.