lunes, 23 de mayo de 2011

Cuarenta y cinco



Se ha caído el mundo al suelo. Voy a acercarme a recogerlo. Un señor, con mala cara y muy feo, me impide el paso. Dice que es poeta. Para escribir poesía debemos apartar de nuestro lado la religión, la política, el trabajo, la familia, al amor. Todo debe estar fuera. Claro que si consideras que esto es un divertimento propio de los atareados, te quedas con ellos. Es lo mejor que haces. No los dejes hombre. Tú sabrás.

Te vi primero. Ibas tan guapa. Unos labios pintados de carmín, un vestido de lino, y una aproximación al desencanto. Mientras te acercabas intentaba apartarme. Han llegado los cuervos. Vienen en bicicletas. Uno me ha guiñado un ojo. Con la mano en alto, he dicho adiós. No ha pasado el tiempo. Ya no es ayer.

Se de cosas que me dices al oído. Se ha caído el mundo al suelo otra vez. Tengo que volver a recogerlo. Llevo un cubo de basura muy grande. Tú lo sabrás.