martes, 31 de mayo de 2011

Seis



Sigo con el inventario y se amontonan los problemas. ¿Te quedas? Necesito ayuda, por el suelo hay muchos libros, papeles, carpetas, reliquias de inventario. Te vas, buscas tu libertad mientras hago lo propio con mis versos. No los encuentro, se los llevó Satán en la visita. No seré capaz de volver a intentarlo, ni saldrá el mismo tono. El Ocaso en Poley era bello si Vicente lo enseñaba. Visto o leído así, nunca es lo mismo.

Me muero, lo hacemos todos cada mañana. No dispongo de tiempo suficiente para leer lo que debo leer. No soy fácil y no lo soy. Incapaz de comprar mi libertad me entretengo con una vida ajena que no me satisface. Le meto mano al inventario antes de terminar el verso sobre la realidad. ¿Te quedas? Anda, piénsalo bien, no te pido más, esa ayuda que amontona los problemas.

No sabes lo que quieres. Doy media vida por tomar un café con Satán y la otra media se la llevó dios. En un minuto he cambiado una palabra seis veces. Me quema la nuca. Es una descompensación neurovegetativa, o lo que es lo mismo, una paja mental en un verso. Si no lo hago me duele la cabeza, el poema es pobre, vulgar, una reliquia de anticuario. Y el verso, para ser verso, debe parecer un inventario de mentiras errantes.

He acabado en el suelo. Busco un poema mágico en Después de la noticia, pero no lo encuentro. ¡No lo descubro!

Has venido y ya te vas. Hay más libros por el suelo. Gracias, tu ayuda ha sido nada productiva. Sigo leyendo.