sábado, 14 de mayo de 2011

Doce



En España no existe la crítica literaria. En primer lugar no es literaria, y en segundo no es crítica. Pero nos conformamos con poco. Como alumnos recién salidos de la Logse y preguntando qué debo hacer ahora, manifestamos nuestra algarabía por un simple comentario amigable y difuminado en las tristes páginas de un diario. Un buen libro de poesía recibió hace unos días una crítica que su hacedor anunciaba a bombo y platillo. Incluso se permitió el lujo de enviar, por email a sus contactos, tan magna reseña.

Resultó un auténtico bodrio con incorrecciones sintácticas, semánticas y hasta me preguntaba si en realidad habría leído el poemario.

Preparo las líneas de Cádiz para mañana mientras busco una fuente. La fuente que complete las primeras pruebas de Faltan palabras en el diccionario. He acudido al parque, he llamado a la puerta de la melancolía. Pero la fuente no aparece.

Esta tarde he recibido una llamada algo hiperbólica. Me avisaban de algo que llevo preparando desde hace meses. He actuado con el más trágico de todos los respetos. Y aún así, me comentan que esté atento. Como Benítez Ariza se reserva las anécdotas de la Feria del Libro de Cádiz, yo guardo este aviso sin retirada de puntos y sin multa. No sabía si dar saltos de alegría o esconderme debajo de la mesa esperando el terremoto que vendrá algún día.

Sé de cosas que usted desconoce. Pero a esta hora de la tarde no sé dónde mirar. Son las vueltas de la vida. Ha sido un primer aviso. En las corridas de toros hay más de uno. Y además, depende del presidente, algunos llevan el reloj parado.

Sigo buscando la fuente. Un grupo de amigos se reunió un día para recibir libros gratis. Se dice que los autores literarios son los que menos obras compran (y eso es una verdad tan grande como una estrella). Este grupo de amigos y enemigos comenzó haciendo una crítica real (nada objetiva, pero real). Hasta que un día llamaron a la puerta de la subjetividad y les abrió el hacedor.

Desde entonces manifiestan ingenuidad, descontrol e irrealidad. Alguno de ellos incluso, dicen que ha hecho carrera literaria gracias a sus extraordinarias reseñas.

No aparece la fuente. Es una fuente de texto. No es un plato grande y hondo. Esa fuente me ha robado el corazón. Tiemblo de los artículos de contrabando, de la poesía de tu piel. Hoy el ángel de la guarda ha cogido sus vacaciones.