Bernard Henri-Lévy: La
barbarie con rostro humano
Si fuera poeta cantaría el horror
de vivir y los nuevos archipiélagos que el mañana nos prepara. Si fuera músico,
diría las risas imposibles y las lágrimas impotentes, el barullo atroz que
arman los extraviados mientras que, acampando en las ruinas, aguardan los
golpes del destino. Si fuera pintor, más bien Courbet que David, habría
representado el cielo con los colores del polvo que pesa sobre Santiago, Luanda
o la Kolyma. Pero no soy pintor, ni músico, ni poeta, soy filósofo, manejador
de ideas y de palabras, de palabras machacadas, ya oxidadas por los necios. Me
contentaré, entonces, con las palabras de mi propia lengua, con decir los
osarios, los campos de concentración y los cortejos de la muerte, los que he
visto y los demás, de los que también me acuerdo. Para explicar el nuevo
totalitarismo de estos Príncipes sonrientes quienes, de vez en cuando, por
añadidura, prometen la felicidad a los pueblos.