jueves, 7 de noviembre de 2019

Robert Musil




Robert Musil: Sobre la estupidez

Con una reserva perfectamente comprensible y trivial, esa presunción puede llamarse también vanidad, y en verdad el alma de muchos pueblos y estados aparece dominada por sentimientos entre los que la vanidad ocupa de forma innegable un puesto preeminente; y, por otra parte, entre la vanidad y la estupidez siempre ha habido una relación, que quizá pueda proporcionarnos una indicación útil. Un hombre aparece como vanidoso por el hecho de que le falta la inteligencia de ocultarlo; pero en realidad no hay ni siquiera necesidad de ello, porque el parentesco entre estupidez y vanidad es directo. Un hombre vanidoso produce la impresión de hacer menos de lo que sería capaz de hacer; es como una máquina que pierde vapor. El viejo dicho «estupidez y orgullo crecen bajo el mismo árbol» significa precisamente esto, como también la expresión de que la vanidad es «ciega». Lo que relacionamos con el concepto de vanidad es el esperar una prestación insuficiente, ya que la palabra «vano» quiere decir en su significado primero casi lo mismo que «inútil». Y esa reducción de la prestación se la espera incluso donde se da en realidad: no por casualidad van unidos entre sí la vanidad y el talento, pero entonces recibimos la impresión de que se habría podido hacer todavía más, si el vanidoso no obstaculizase su propia actividad. Esa tenaz idea de una prestación reducida resulta ser también la idea más general que tenemos de la estupidez.