sábado, 29 de marzo de 2014

Torpemente




Confianza y cautela se contradicen. No comparto las teorías de Epicteto. Hölderlin es Platón, pero también Platón es Hölderlin. Nunca la muerte y el dolor serán temidos. En ellos nace la esperanza. Torpeza, engañamiento, nada debe importarnos de este mundo. Todo es mentira.

Leo pausadamente. No doy lugar al albedrío. Las amistades someten y entre ellas forman círculos cerrados inciertos e imprecisos. Por ejemplo, hay críticos que abundan en sus círculos, para ellos no existe nada más allá. Están equivocados. Sus ojos no ven otra cosa que la insensatez. Lo aborrezco. Pierdo la confianza en ellos, mueren torpemente.

Los críticos de hoy día son esclavos de sus círculos. Sin ellos no son nada. Deben seguir reseñando aquello que una vez defendieron para seguir siendo, aunque sea falsamente. En el fondo ni poseen libertad, ni sosiego, ni tranquilidad.

Los críticos de esos círculos actúan por necedad e interés. El desengaño se convierte en desconcierto. Benditas sean las sombras de Tubinga, los niños que salen de la escuela, los tiranos que nunca dejarán de ser tiranos, los filósofos.

El bien solo posee una esencia, y esta es seguir siendo. Si me pides que te lleve conmigo tomo tu mano, indico a Saúl que la agarre y se ejercite en la tutela.

Los premios literarios comienzan y acaban cuando están cantados. Y todos dejan de arrebatar la confianza en las presunciones. Lo mortal siempre será superior a lo divino. El engaño es nervio, la pureza indolencia. La libertad virtud. Estudio las mareas y la sombra de Hölderlin en Juan Ramón Jiménez. Lo he comprobado, el arte es elección y el honor infortunio.