Llevo la jaula en la mano izquierda. De vez en cuando roza la cadera.
Si la agito suena la llave golpeando los finos barrotes. Si la observo con detenimiento
no aparece nada.
Un filósofo racionalista lee a Descartes, a Leibniz o a Kant. El
verdadero filósofo racionalista admite los paréntesis del racionalismo, la
naturaleza otorga realidades nunca sentidos. Por ello existe un estado natural
y misterioso que no es racionalista, y que tampoco admite los sentidos.
Ese estado natural es real. Tan verdadero como la llave que contiene
la jaula. Sabemos que está, escuchamos sus ruidos, pero nunca la contemplaremos.
Y esa llave abre la utilidad de las ideas, el racionalismo natural, el
natural racionalismo.
Deposito la jaula sobre la mesa de cristal del porche de la entrada. Caen
bellotas de las encinas. Abro la puertecilla para que entre el pájaro. Aguardo
su presencia. De un vuelo rasante el pájaro accede al interior de la jaula.
Toma la llave con el pico y la enseña. Vuelve al interior y la deja en la base,
junto a la vela.
Amo los paréntesis. Sin ellos resultan imposibles los métodos de vida
diferentes.