CORRE el año 1992. Me
planteo un cambio radical en la vida. El tiempo de la verdad debe dar paso al
tiempo de la penuria. Aunque no debes olvidar que la verdad es penuria y la
penuria es verdad.
Cuando el poeta pierde la
fidelidad en la poesía y en la literatura se convierte en no poeta. España está repleta de ellos. Seres de ultratumba que
nunca dejaron de ser para poder seguir siendo el yomimeconmigo, sin fidelidad, humildad ni compromiso. El poeta
nunca debe creer en sí mismo, es su error. Arroja a las brasas todo cuanto
posees, todo. ¿Difícil? Sí, pero también verdadero. Silencio y soledad.
La poesía en España, salvo
mínimas excepciones reales, es una mafia organizada. Con premeditación.
Al dejar de ser aunamos la
consciencia con la esencia, es el momento de la armonía. Rilke, Leopardi,
Pound, Juan Ramón, Hölderlin, Parra en Las Cruces o Rosales en Cercedilla. Ellos
dejaron de ser para ser en la más absoluta referencia sin espacio ni tiempo.
Solo la armonía es el alimento.
Corre el año 2012. Poco o
nada ha cambiado en nuestra poesía. Los años de verdad no han existido, ni han
dejado de ser. Pero hay un vencedor: la naturaleza perenne, su manifestación.
Dejar de ser es encontrar la
verdad en la penuria y la penuria en la verdad. Saltar las baldosas de dos en
dos para acariciar el perdón de la creación y poder recibir el único alimento: la
armonía.