miércoles, 27 de febrero de 2013

Entre Russell y Wittgenstein




ENTRE Russell y Wittgenstein. Amo a ambos, sus cuadernos azules y marrones, la claridad, la transparencia, la sinceridad. Sigo buscando con ellos los límites que nunca hallaré en vida, ya he dejado de ser. Intento ser. ¡El centro es el pensamiento y su identidad!

Paseo, ando mucho a pesar de la constante molestia de la cadera. Me avergüenza usar bastón y en su defecto he comenzado a contar las baldosas de las aceras. También anoto el color de las hojas de los árboles. Utilizo un lenguaje propio para definir los distintos tonos de verde.

Saludo a todo aquel que se acerca y evito lo que huela a no poesía.

Pierdo la memoria con frecuencia y no sé si respondo, contesto o me ejercito. Hago desaparecer la noción del tiempo de la vida, del espacio y la palabra.

Acompaño a Platón a todas partes. Sus visitas requieren de tono, de ritmo y de armonía, esta nueva forma de andar le gratifica.

Leo mucho. Últimamente llegan abundantes libros inéditos. Termino pocos. Descubro en el exterior el interior ajeno, la identidad. Aprovecho la oscuridad para tomar notas en un pequeño cuaderno blanco. La luz natural desespera la transparencia. No ser es estar, poder hacerlo.