El cielo cambia de color, las
nubes no dejan que el sol ilumine los días. Esta primavera es un invierno que sigue
teniendo frío.
Somos templos. Todos somos
templos. Nuestro santuario posee muchas puertas, vanos por donde entran y salen
los seres a su antojo, con la libertad de visión y la ausencia de transmisión. Y
a pesar del multitudinario movimiento estamos solos.
Estamos solos.
Nuestra compañía es la ausencia,
es nuestra libertad. Lloramos de impotencia por los demás, que somos nosotros
mismos, y cerramos los ojos. Comienza a llover. Unas gotas minúsculas que no
entran por las puertas de los templos, prefieren aguardar, entretenerse,
respirar.
Estamos solos.
Comenzamos a respirar con los
ojos cerrados. Comenzamos a morir con los ojos cerrados.
El
silencio es el inicio, solo el inicio.