Dicen que la naturaleza es sabia cuando el sol se encuentra en su
posición extrema, una mezcla de mediodía y cénit, sin sombras la vida se
transforma, es mucho más pura y arriesgada.
Pero las sombras habitan entre nosotros, tan solo a mediodía
desaparecen para ocultarse en los zapatos. Si analizamos las ventajas y los
inconvenientes de poder observar aquella realidad que los otros no perciben,
solo encontramos inconvenientes. Esta vida está diseñada para los ganadores, y
los siniestros son los vencedores de lo imposible.
Los siniestros existen de forma desordenada, ni poseen formas de
besar, ni imaginan, han perdido todas las señales y la música. Pero ellos
maquinan, construyen una vida basada en la felicidad y el triunfo. El éxito y
la camaradería es para ellos su visión de futuro, sin voluntad ni amor.
Los que poseemos la desgracia de ver más allá de los límites buscamos
el calor humano, el silencio y la soledad basados en una moral incorrupta y
permanente. Se defiende la verdad, la única verdad, hasta que lo entiendan los
ignorantes.
Pero los ignorantes murieron en su propio triunfo, laureados como
aquellos gladiadores en el circo romano a los que el público aplaudía. Amo al
mito, al héroe que agachaba la cabeza y recorría las islas del mar Egeo. No
tacho los días en el calendario, ellos me recuerdan que la naturaleza es la razón de
la palabra única.