jueves, 12 de diciembre de 2013

La norma




A la hora de definir la poesía de un autor se intenta establecer una comparación entre lo preferible y lo exquisito, o lo que es lo mismo, entre lo que perciben los sentidos y su extremada belleza.

La existencia es la doctrina de la vida, de la poesía, procedemos de la tierra y acudimos a ella. Hemos atiborrado la literatura de experiencia pero sin valentía. La pobreza ha resultado clarísima. Existía un horizonte independiente y real ajeno a la experiencia, una luz que ha seguido siendo, que nunca se ha marchado. Una vida feliz que coincidía con la realidad y la naturaleza. Esa esencia es la luz.

El poeta grande y noble camina en el caos verdadero. No se da por vencido ajeno al mundo y a la opinión. Confunde las impresiones con las expresiones, las tormentas con la libertad, el laberinto con el espejo. Pero a la autoridad siempre denomina histeriagrafía. Eso es la actitud.

Lo más estimable no son los aspectos de la vida, es la doctrina de la palabra.

La dignidad de vida es la armonía consecuente, el placer y el deber, la reputación y la norma.