viernes, 24 de junio de 2011

Sesenta y cinco



No debes olvidar que lo propio siempre debe leerse con ojos ajenos. Con mente fría y una pizca de desconcierto. Cada día que pasa me encuentro más incapaz de leer lo nuevo, lo joven, lo de ahora. Una simple lectura puede causar estragos, pero al segundo envite todo vuelve al origen: la nada. Y si hubiera un tercer o cuarto intento, te arrepientes del primero. Es la vida del hombre, del poeta. Querer recomenzar sin haber empezado.

Lo de hoy, lo de ayer, lo de mañana, es puro vacío, un mecanismo incierto y ausente. La mentira que deseamos ocurra para no hacernos sombra. Todo es una mentira. Del cincuenta para atrás. Ese es el origen, la solución, el mapa (ha aparecido el mapa). ¿Qué dices? Te respeto siempre, pero estás perdido.

He estado quince años sin publicar poesía. En el 2008 me adentré en el bosque. El parque me alimentó. En el centro del todo escarbaré la tierra. Mediodía en Kensington Park ha acabado. Lo escondo en un cajón hasta dentro de meses. Lo que comenzó en Londres ha culminado en Londres. Y al final te he perdido.

Entre tanta mentira, te he perdido. Si el caer fuera vida te querría. ¡Qué fácil! Tus poemas vacíos no me llenan. He leído este libro y he inventado mi huida. Todo es mentira, todo es falso. Estás perdido. Yo estoy perdido.

He dejado la suerte en la ventana y la foto del coche la he puesto en entredicho. Me llamas esta tarde y dices que me quieres. Se apagaron las luces. Debe haber un modo para no tener sed. Con las manos vacías no conseguirás nada. A mí ni lo intentes. He muerto, ayer fue mi entierro. Vinieron los amigos (cuatro o cinco nada más y nada menos).

Debo daros las gracias por escribir poemas. Versos que no convencen. Los jóvenes de ahora deberían leer poesía y dejarse de escritos. Del cincuenta para atrás (Colinas se nos salva). Nunca me he equivocado. He cometido fallos. Pero digo lo que no dicen todos. Vivo en el mismo planeta que el resto del mundo. Y por más que lo intentes no me convencerás. Ahora no hay poesía. Hay intentos, mentiras, juegos, reliquias de anticuario. Nada más y es muy bastante.

Los hay gruesos, delgados, con pelo, sin él, morenos, rubios, vanidosos, hijoputas de mierda, mentirosos. Los hay poetas. Pero no estás tú. Sí, tú. Te falta la mitad de la vida. Y por más que te haga esquemas ni te enteras.

Te llamo y nunca vienes. Eres un hombre de ojos ajenos. No sabes escribir y lo que haces es basura. Ganarás premios, cometerás lecturas, publicarás tu obra. Pero te morirás sin arte, sin esencia, sin versos, sin poesía. Te morirás sin nada. Una sombra que vaga por encima del alma. El pájaro me llama. Debo ponerle nombre.