Tengo un amigo que duda, se plantea cuanto realiza en el ámbito
literario. Cuestiona la utilidad de sus escritos, incluso piensa interpretar
los propios razonamientos.
Mi amigo presenta a veces tesis opuestas sobre una misma cuestión.
Posee multitud de expresiones y registros que le conducen a la calidad pero
también a la duda.
Su humildad es aplastante, su calidad sobresaliente. Me recuerda a
Sócrates, que afirmaba no saber ni enseñar nada, se limitaba a formular
preguntas.
Todos los días aprendo de él, de sus escritos, de sus comportamientos,
de sus propias dudas que se hacen mías. Sin humildad no existe la duda.