Se ha roto el acebuche. Soportó tantos versos en sus ramas, discursos,
las visitas de pájaros innumerables, el peso de la vida y de la luz.
Se ha roto el acebuche. Lloro de ver su savia por el césped, la energía
esparcida como elemento muerto y no vivificador.
Se ha roto el acebuche. Las nubes se acercan a cantar una aria que
sirva en recompensa, el recuerdo es pasado y el pasado no existe.
Se ha roto el acebuche. El gato negro ha traído un sombrero en la
boca, como el don de los ebrios, la estirpe verdadera.
Todo llega a su fin, menos la muerte.