Existen dos formas de morir, de vejez o de aburrimiento. La primera es
ley de vida, naturaleza, responsabilidad, en el fondo vivir y morir están
unidos.
La segunda es muy habitual en el mundo literario. Aquellos que
pretenden, buscan algo, juegan con intereses propios y ajenos, aspiran a figurar en las
páginas de los suplementos culturales, ejercitan el bolo como acto sublime, esos, mueren de aburrimiento. No viven pero
dejarán de vivir.
A veces contemplo la imagen que mejor representa la oficialidad (Finis gloriae mundi de Valdés Leal).