Un poeta verdadero me escribe. Se ha sorprendido al
descubrir a los últimos galardonados en algunos certámenes literarios
nacionales. Ha leído las obras y me manda unas letras. Ha leído las reseñas que
sobre dichos libros han aparecido en algunos suplementos culturales y vuelve a
ponerme otras palabras.
Indica: Ante
todo solo se me ocurre la fidelidad a la belleza, al centro indudable que
existe y es armónico. Existe y es bello, es justo, es verdad.
Le respondo:
De
acuerdo, pero es importante que usted tenga en cuenta lo siguiente:
a) La fidelidad a la belleza se encuentra en su interior. Usted es fiel a la belleza, por tanto su visión de la belleza en la poesía será fiel.
a) La fidelidad a la belleza se encuentra en su interior. Usted es fiel a la belleza, por tanto su visión de la belleza en la poesía será fiel.
b)
El centro indudable existe y es armónico, pero tan solo en los sensibles. Los
siniestros nunca descubrirán su existencia ni su armonía
c)
El centro indudable existe desde usted a la realidad, es bello en cuanto usted
es fiel a la propia belleza, es justo y verdadero pues es centro y es
indudable.
d)
Y desde usted, que es centro, irradia círculos justos, bellos, fieles y
armónicos a los sensibles, tan solo a los sensibles.
e)
Todos los seres humanos podrían alcanzar el estado de la sensibilidad, pero tan
solo los justos, los armónicos, los fieles y verdaderos alcanzarán el centro
indudable.
f)
En el fondo aquellos que aman la poesía verdadera serán centro, centro
indudable, lo demás es la vergüenza de la mentira.