domingo, 13 de abril de 2014

La vergüenza de la mentira



Un poeta verdadero me escribe. Se ha sorprendido al descubrir a los últimos galardonados en algunos certámenes literarios nacionales. Ha leído las obras y me manda unas letras. Ha leído las reseñas que sobre dichos libros han aparecido en algunos suplementos culturales y vuelve a ponerme otras palabras.
Indica: Ante todo solo se me ocurre la fidelidad a la belleza, al centro indudable que existe y es armónico. Existe y es bello, es justo, es verdad.
Le respondo:
De acuerdo, pero es importante que usted tenga en cuenta lo siguiente:

a) La fidelidad a la belleza se encuentra en su interior. Usted es fiel a la belleza, por tanto su visión de la belleza en la poesía será fiel.
b) El centro indudable existe y es armónico, pero tan solo en los sensibles. Los siniestros nunca descubrirán su existencia ni su armonía
c) El centro indudable existe desde usted a la realidad, es bello en cuanto usted es fiel a la propia belleza, es justo y verdadero pues es centro y es indudable.
d) Y desde usted, que es centro, irradia círculos justos, bellos, fieles y armónicos a los sensibles, tan solo a los sensibles.
e) Todos los seres humanos podrían alcanzar el estado de la sensibilidad, pero tan solo los justos, los armónicos, los fieles y verdaderos alcanzarán el centro indudable.
f) En el fondo aquellos que aman la poesía verdadera serán centro, centro indudable, lo demás es la vergüenza de la mentira.