sábado, 5 de abril de 2014

Herrera





Mientras contemplaba la nube con forma de poema alejandrino escuché un zumbido ensordecedor. Pensé por un momento que las abejas ocupaban el horizonte, pero ellas estaban alimentándose de las flores de las encinas. Sus alas al latir manifestaban el ruido. Era como una leyenda, como un verso de Fernando de Herrera:

…aquella pena que en su pecho cría…

Leía a Herrera a la sombra del calor agobiante, disfrutaba del manierismo, de la brillantez. La nube permanecía inmóvil.