Contemplamos una parte de nuestro cuerpo, nunca la integridad. Los
ojos conocen nuestras manos, las arrugas de la piel, aquello que presencia sin
dificultad.
El conocimiento completo (que es erróneo) se realiza exclusivamente
mediante un reflejo. Los espejos transmiten una parte nunca el todo. Las
fotografías recogen un instante concreto también limitado.
Fijamos la mirada en un ser y lo observamos. En un segundo su
movimiento varía la forma, la materia. Actos espontáneos subordinados al
movimiento.
La poca importancia que otorga el ser humano a su cuerpo le impide su
visión al completo.
El frío, el calor, la alegría, son síntomas materiales, ajenos al
propio entendimiento.
Entra en el espejo y observa tu mente, no reflejada, presente en ese
universo real y verdadero. Vendrá la
muerte y tendrá tus ojos, lo decía Hölderlin. Figuras, escenas vacías,
plantas, nubes, pájaros, el espejo que tiene el marco verde refleja al hombre,
y no es un sueño, las sombras hablan como lo hace Saúl, el ángel negro.