Cada uno defiende lo que le
llena, lo que realmente importa y merece la pena. Aquello que alimenta y
satisface. Por eso es preciso rechazar lo que no es necesario. Escribía Arthur Schnitzler
“El fin último de toda cultura es conseguir que todo lo que denominamos
política resulte superfluo y que la ciencia y el arte se hagan imprescindibles
a la humanidad”. Esta fue la máxima fundamental de Schnitzler: contra política,
cultura.
Schnitzler también nos dejó esto:
“Los filósofos de la guerra (la guerra es la política con otros medios)”.
El silencio debe alejarnos de la política
y acercarnos a la cultura.