J. escribe para hablarme de una
sobrina, “Está metida en el mundo literario”. A lo que le respondo de
inmediato: “Que se salga, que se salga, pero ya”.
La cantidad de palabras, de
frases, de párrafos, de textos, de cosas que se escriben. Pobres editores.
Cuando todo esto finalice no van a tener tiempo para leer las numerosas
propuestas recibidas. Y no hablo de los cuadernos de excepción, de los cuadernos
de confinamiento, de los cuadernos de estos días, hablo de una
ficción que nunca consigue la inflexión.
Todo aquello que parece verdadero
tiene su rastro de mentira. En cambio, nunca observaremos la falsedad en un
árbol, en un pájaro, en una simple pero majestuosa piedra, en un insecto. La
naturaleza nos sigue dando lecciones de arte.
Presumiblemente nunca como ahora se
han escrito tantas cosas carentes de sentido, carentes de arte, carentes de
verdad. Pero ¿qué es la mentira? La ausencia de un destino propio, vaciar el
vaso arrojando el agua.
El silencio es vivir ajeno al
mundo literario.