Saber es ya un deseo, un adorno
inmenso tan solo en potestad de la excelencia. Querer saber se ha elevado a la
categoría de prohibición. Las personas, convertidas en dependientes, han perdido
a la fuerza sus corazones.
La vida solo es un cotejo, pero
sin saber, sin comprender, sin querer saber. La vida es la visión incorrecta de
un mundo sin valor. Vivir y morir ya no son modelos opuestos, son existencias
inexplicables. Las reglas de la lógica han dado paso a situaciones subjetivas.
Saber no es una situación del
entendimiento. Saber es un deseo, solo un deseo.
El silencio es la única opción,
la más razonable.