El alimento de los primeros días
ha dejado de ser necesario. Cada cual se sustenta con aquello que consigue de
muy diversas formas. La sustancia precisa de transformación, hay
superabundancia de todo o de casi todo, pero muy poco es comestible.
La libertad se ha convertido en
un objeto de lujo. Desaparecen los géneros, las virtudes, las criaturas se
ocultan en las circunstancias. Se ha instaurado el reino de la irreflexión. El
arte no deja que surja la ofrenda. Todo es explotación.
El silencio es el sentimiento de
la utilidad, a título póstumo.