HE acariciado los
cabellos mientras dormías tendida en el sofá. He permanecido quieto. Miraba tu rostro
y una nimiedad se convertía en historia desmedida. El ángel negro era testigo
del amor a la sombra, mi caudillo fiable.
Válgame dormir tendido entre guirnaldas. De una elegía de Propercio. Fue en este autor donde descubrí la
noche y las inclinaciones. La ruptura con el mundo exterior y el juramento. La sensibilidad
y el verso enérgico. Lo leía como quien lee a las puertas del laberinto. Como quien
rompe la máscara que se refleja en el espejo.
He probado de todos los venenos y
ninguno sana los dolores humanos como este. Visité la Umbría para acercarme al
sol y a la noche. Paseé por Perugia para ser inmortal.
Cayeron las
cenizas, era una decisión, como una despedida. Casi una leyenda. Hubo excesos
de vino, dueñas de mi persona y un molde que iba definiendo al poeta
insensible.
Entonces, si
tienes un momento para recordarme, / sabrás que vivo bajo una dura estrella. Así lo dijo Propercio y lo
sostengo.