DON Nicanor acude al Cuaderno todos los días a la
misma hora. Y a veces escribe unas palabras con un rudo matiz, sosteniendo el
mundo con sus versos.
Frente a la
estatua de Dante. Allí también respiro. Todo es consciencia, descubrimiento.
Hay momentos estelares; la mayoría de aquellos que dicen ser poetas, los no poetas, pasan por la puerta del
laberinto, recorren el centro indudable, sin saber dónde están, sin reconocerlo.
Miran el espejo
y solo ven el reflejo del yomimeconmigo.
No observan que Cicerón les espia. Él sostiene el marco que lo soporta. Todo es
consciencia, veracidad, creación, silencio y soledad. Agradecimiento y educación.
Hay que dejar
de ser para ser. Repito lo mismo desde 1983. Algunas veces pienso que en 1969
también respiraba el aire de la espontaneidad.
Frente a la
estatua de Dante. Las obras del infierno
entre las manos y la palabra callada. Lo inmediato es reconocimiento. Aquellos
que no ven nunca observarán, es como el mediodía, si arrojas tus manos a la
tierra hallarás la verdad. La felicidad es un invento de Cicerón. Bruto me
comprende. La felicidad es mentira, como todo, como nada.
Aquel que puede
justificar miente, quien desea falsifica. Los actos y las reflexiones agonizan.
Nadie es perfecto. Pero ellos no están, nunca han sido. Dejaron de ser un
tiempo. Un tiempo verdadero. Nunca llegarán al paraíso.
(1969)