jueves, 17 de enero de 2013

La mejor virtud



CICERÓN sigue empeñado en encontrar las cosas que les faltan a las personas para ser más felices. Tanto Bruto como los aquí presentes le aconsejamos que deje de aplacar el alma, que permita el caos y el albedrío. Que la desigualdad suele ser efectiva, al igual que el desconcierto.

Pero el de Arpino es cabezón como él solo. Discrepo. Le invito a visitar el confuso laberinto y a que descarte a cuantos se denominen amigos. La realidad es un término presente y el pasado no existe, dejó de ser.

Me angustian los males, el dolor y el desencanto. Abandono Madrid y me despido del pasado. Aquello que dejó de ser es ahora distante. Aparto la apariencia y busco la razón. También en la opinión se encuentra la pobreza, y el absoluto es una adversidad, como pretender ser feliz una noche de diciembre.

Dirijo mi vida hacia el desorden, el caos común como alimento que tanto anhelo. Camino hacia la poesía en silencio y soledad, al sacrificio que consigue el único placer. Amo cada día más a Platón, es un sabio nobilísimo. Me he acostumbrado a su voz que nunca beneficia, ejercita.

Y así ni soy feliz, ni moral, ni valioso. Abraza la impresión, la necedad es la mejor virtud de los no poetas.