domingo, 26 de mayo de 2013

La mala construcción





LAS hormigas suben por las ramas y se adentran en la casita blanca. Las arañas acompañan. El humilde gorrión se alimenta con el pico pero no consigue detenerlas a todas. Hay versos que se escapan por el interés y el prendimiento.

El rabilargo y la tórtola turca han destrozado el suelo de la casita blanca y debo arreglarlo. El peso, siempre es el peso. Si acumulas poemas de los últimos años, en un inmenso saco, destrozarás el suelo de la casa. Las hormigas pasarán de largo, las arañas, en su tela, desaparecen. Apenas hay poesía, aunque los que se creen sabios repitan nombres y apellidos de seres siniestros y efímeros. Equiparables, sus versos son equivalentes. Las formas clásicas se ensucian en el suelo de la casita blanca. Chispa, energía, vida, ética y estética. ¿No es suficiente?

El piso de la casita blanca es horizontal como la poesía de los siniestros. Toda es igual, no logra levantarte de la silla. La construcción no es arte, es arquitectura, arquitectura sin artefactos. Y la poesía es esencia, no es decencia.

Y la risa, ¿dónde dejan la risa? La compostura es honestidad y modestia. Dignidad. ¿Dónde dejan la dignidad?