HABÍA siempre dos rabilargos
en todos los acontecimientos. Dos rabilargos bellos que nunca se miraban a la
cara. Permanecían intactos, vigilantes y quietos.
El gato negro se ha subido a
la encina y se ha comido a una tórtola turca. El césped está lleno de plumas
ensangrentadas, de pasión y de muerte.
Los doctores universitarios
ni conocen la obra de Juan Ramón ni desean conocerla, solo fabrican su currículum con falsas intervenciones
donde el ego es efímero, tan falso
como El rapto de Europa de Rembrandt.
Hasta los toros blancos se atreven a hablar de Juan Ramón Jiménez Mantecón.
Es como la crítica que se
hace ahora de la poesía contemporánea, algunos que dicen defenderla son enormes
toros blancos que raptan pasiones sin pasión, vida sin vida, ética sin ética o
estética sin fundamentos.
La universidad no tiene pedigree, y menos si es filología.