HOMERO en boca de Ion. El arte es adivinatorio,
místico, la magia es la materia de la poesía. Pero se formula una amplia
contradicción en el discurso de Sócrates. ¿Es la misma persona? Sócrates ha
escuchado de Ion aquello que pretendía oír. Le llevó por el camino de la
iluminación.
A lo largo de la historia de la poesía, algunos
autores han conseguido encontrar la luz que se desliza por la tierra, la
iluminación de una esencia jugosa y persistente. Y ese bosque o centro o conjunto
de matices, eleva la propia dignificación, la sustancia sublime. Es la
iluminación.
Sigo en la rama, encogido y observante. A lo lejos la
sombra de E. y todas sus presencias. Abajo, junto al tronco de la encina, el
gato negro aguarda una caída, un desliz fugaz que proporcione el alimento
necesario.
Hoy las nubes han bajado mucho, casi puedo tocarlas
desde la rama. Sócrates sigue dialogando con Ion. La magia se resiente, la
iluminación es la claridad, la verdad y la virtud, la ética y la poesía.
Quisiera descubrir todo aquello que Ion cuenta a
Sócrates con símbolos y señales. Lo simple es lo complicado, la cordura de
estar deteniendo el tiempo en un instante. La dificultad cansa, limita, invita
a dar un salto a la nube más cercana, esta representa las octavas reales. Espero
aprender. Corro hacia las estanterías de colores y tomo unos libros. Viajaré
con la nube, en la nube, sobre la nube.
En la elección detengo el tiempo. Se han callado
Sócrates e Ion. Permanecen inmóviles. Corro hacia la nube. Le indico nuestro
primer destino: el banco de san Clemente.