lunes, 20 de mayo de 2013

El frío de la presencia




ARMONÍA y equilibrio: las constantes vitales del poeta. Ética y estética: los fundamentos que acercan el proceso. Sin ellos el mundo es falso, pasajero y, desde luego, todo es mentira.

El pasado deja de existir el día que perdemos la esperanza, pues el presente deseado que no se cumple se convierte en recuerdo. Y todos los recuerdos no contienen presencias, solo apariencias.

Pidió dios que sus restos reposaran junto a las raíces de un árbol, una planta capaz de soportar su energía. Desde allí sigue hablando, mueve las ramas y susurra ese todo es mentira que tanto desespera.

No hay nada más puro que mirar los ojos de un niño, libre de imperfecciones y tormentas sus primeras palabras recuerdan a los pájaros. ¡Pío, pío! ¿Hay algo más exacto y verdadero que el pío del gorrión reclamando el alimento? Allí radica la esencia de la armonía, el equilibrio de la palabra auténtica, la virtud de la noche, la muerte oculta.

Desde la rama subo a las nubes que pasan, miro las estrellas, edifico en la noche la ética y la estética, me alejo de los necios.

No bajes de la rama, busca tu encina, el indudable centro que refleja los ojos de un niño, su balbuceo. En el banco de san Clemente me agarraron de la mano, lo hicieron fuerte, en Kensington Park también. Aún siento el frío de la presencia.