ARMONÍA y equilibrio: las
constantes vitales del poeta. Ética y estética: los fundamentos que acercan el
proceso. Sin ellos el mundo es falso, pasajero y, desde luego, todo es mentira.
El pasado deja de existir el
día que perdemos la esperanza, pues el presente deseado que no se cumple se
convierte en recuerdo. Y todos los recuerdos no contienen presencias, solo
apariencias.
Pidió dios que sus restos reposaran junto a las raíces de un árbol, una
planta capaz de soportar su energía. Desde allí sigue hablando, mueve las ramas
y susurra ese todo es mentira que
tanto desespera.
No hay nada más puro que
mirar los ojos de un niño, libre de imperfecciones y tormentas sus primeras
palabras recuerdan a los pájaros. ¡Pío,
pío! ¿Hay algo más exacto y verdadero que el pío del gorrión reclamando el alimento? Allí radica la esencia de
la armonía, el equilibrio de la palabra auténtica, la virtud de la noche, la muerte oculta.
Desde la rama subo a las
nubes que pasan, miro las estrellas, edifico en la noche la ética y la
estética, me alejo de los necios.
No bajes de la rama, busca
tu encina, el indudable centro que refleja los ojos de un niño, su balbuceo. En
el banco de san Clemente me agarraron de la mano, lo hicieron fuerte, en Kensington
Park también. Aún siento el frío de la presencia.