La falsa amistad nos llevó a
la falsa afinidad. En Leyes Platón
nos enseña que esa relación de reconocimiento debe surgir de los estados
contrarios. Observar la naturaleza de la amistad. Pero me quedé en la
naturaleza y mandé a hacer puñetas a la palabra siempre y a esa falsa afinidad
que nos forzaba.
Hay siniestros (no sinceros) al igual que existen
indolentes que vigilan los pasos y los actos. Nada es recíproco. Sin afinidad los
indolentes nacen de una relación difícil de entender. Están, son, existen,
tapan su cabeza y se sientan en la última fila de todos los espectáculos.
Lo semejante nunca será
amigo, ni siquiera enemigo. No será, no puede ser. Paseábamos como jóvenes
lúcidos y salvamos el mundo de la mentira y el fracaso, pero llegó la sombra,
el humo, el mensaje siniestro y adquirido que atrae hacia la falsa abundancia.
El acuerdo es desacuerdo. La mentira vence en primera instancia.
Han pasado los años. Tu
figura la imagino y la deseo. Sé que el placer domina tu alma y te rodean
dominios oscuros e imperfectos. Pero has elegido esa posición. Defiendes lo que
no crees en realidad y asientas. ¡Qué fácil asentir!
Nunca te faltará el pan, ni
el verso, ni el libro de la concordia. Pero cuanto has conseguido lo has hecho
sin sabiduría, sin capacidad purificadora y sin armonía. Lo has hecho
mintiendo.
Lo que el mundo visible observa es la mentira.
Aquello que aprendo de Alcibíades es un mito.