Sobre la rama de encina
cuento las estrellas. No dejo que nadie se pose ni que nadie descanse. La maldad
se ejercita con actos, nunca en la poesía. La razón de la palabra auténtica es
una luz que baja desde el cielo. Habita en lo más hondo de la tierra, vive con
Dante en el calor del mundo.
El indolente 999, que en
realidad es el 9, crece con las estrellas. Suspira, deja que otros indolentes
le escuchen para finalizar los actos inconclusos, y respira.
No entienden. Agarro las
cuatro piedras con las manos. Las sostengo y las regalo. Pasan a otra persona.
Dejo junto a ellas un papel con unas letras gruesas:
Cuídalas siempre.
Y pasan de la mano del mundo
a las manos de la poesía. Como una recompensa soy feliz entregando. Cuanto
poseo regalo.
El indolente 999 solo crece
en la noche.