Poco a poco voy dejando a un
lado los compromisos y me centro en la rama, en la dura madera que soporta la
esencia, la única esencia y la verdad. Un compromiso es como una palabra de honor que los siniestros
nunca olvidan. Por eso hay que ser fiel a los principios y editar esos libros
que se acaban fundiendo con la tierra. Tan solo con la tierra seca.
Mi cuerpo precisa de un
drenaje mágico. Las manos del indolente número 33, el 6, pueden con la soberbia.
Actúa y lo agradezco. Repito el nombre de los autores y sus obras y el
indolente hunde los dedos en mi cuello, en la espalda. El dolor solo es cierto
si lo expulsas, por eso voy dejando a un lado los compromisos éticos, nunca
estéticos, del mundo de las sombras.
Ha crecido el laurel. El madroño
no ha dejado de dar frutos. Las abejas vuelan y hacen ruido. La poesía es el
amor a la naturaleza, la bendita impresión de la verdad. El adiós de los
hombres que nunca saben ubicarse no será poesía, es compromiso.
Fumo para saborear el sabor
del tabaco. Muerdo las ganas de descifrar pero sigo creciendo. Me río de la
soberbia, de la equidad y de los compromisos.