martes, 5 de marzo de 2013

La fuerza natural




CERCA de la puerta de entrada a casa hay una enredadera que está perdiendo el tono verde. En invierno no le hace falta el agua y la lluvia le alimenta. En verano despunta con unas flores naranjas y puntiagudas. Ahora, apenas sin hojas, tiene los troncos secos. Habita en dos tiestos grandes, de barro antiguo. Los pequeños reptiles se esconden en la espesura de su propio oficio.

La planta es como Fábula, es y no es al mismo tiempo. Intenta dejar de ser para ser y nunca permanece.

Miro a A. Solo la luz carece de relato. El sapo parlanchín ha vuelto de las sombras. Me han dado un poco de tiempo y no he sabido aprovecharlo. Platón, nada más que Platón. Todos vuelven a él para destapar el verde que se apaga. Hasta Lévi-Strauss. Miro a A.

El presente está en A. El pasado no existe y todo el conocimiento se adquiere en este mundo sensible que nos enseña la poesía. Al igual que la enredadera pervive en sufrimientos las estaciones, no recordamos nada más de lo que vivimos, no existe nada más allá del presente. Como A. el propio oficio es el espacio de los pequeños reptiles.

La poesía es presente. No justifiques el conocimiento, lee, solo lee en silencio y soledad. Dentro de ti habita una fábula infinita con olor a tierra húmeda. Los gusanos te conducen al centro indudable. Los objetos y seres reales se tocan como la planta de la entrada de casa. Imagino el verde pero no lo pervivo, tengo que estar allí –como hago ahora- para satisfacer a las costumbres.

El alma es el tronco seco, los reptiles el conocimiento, y la poesía es el sentido de la vida.

La fuerza natural es el sentido de la poesía, la poesía verdadera. Silencio y soledad. ¡Comenzamos a ser sin ser uno mismo! ¡Sin pasado ni conocimiento adquirido previamente!