La crisis que padece la
humanidad es una situación complicada para las finanzas, la sociedad, los
valores y hasta para los poetas. No para la poesía que seguirá inalterable por los siglos de los siglos.
La burbuja poética afectó a
los no poetas que se creían poetas y
han dejado de serlo. Por eso andan revueltos, nerviosos, hasta puede decirse
que violentos e insustanciales.
Claro, acostumbrados a
publicar su librito al año, sus colaboraciones en los medios de comunicación y
en revistas prolijas, lecturas donde abonan la estancia y el desplazamiento, y hasta
recibir las comisiones de los comisionistas del verso triste.
Pero de pronto todo eso se
viene abajo y se encuentran con cinco libros inéditos, una docena de
colaboraciones y las venas hinchadas como el aire que rellena la burbuja de la
mentira.
Como en aquella canción de
Sabina que habla del marcapasos que hace interferencias en la frecuencia del
televisor, todo es pasado. Aquello que no existe y nunca ha dejado de ser, la
vanidad, el yomimeconmigo. Brujos,
como la bruja de la segunda mujer del cantante de Úbeda, la Maruja, sí, la del
tacón de aguja. Los no poetas, las marujas de la rima asonante y
consonante.
La crisis que pasamos hará
una buena limpia en la poesía española. Más que mal, hará bien.
Y ustedes que creían que el
idiota era yo.