CULTURA. Simplemente
cultura. Su ausencia ha motivado esta crisis patente y todas las consecuencias.
Aquellos intelectuales considerados de prestigio u oficiales serán condenados,
en un futuro, por la humanidad. Se han cruzado de brazos.
Movimiento, guerra,
revolución. Y en primer lugar, muy por delante: cultura.
La sociedad se ha
embrutecido, los valores que se han desarrollado han hecho estragos en las
conclusiones finales.
Todo es mentira. Lo que
había, lo que hay, lo que habrá. Mientras alguien no dé un puñetazo sonoro
sobre la mesa del salón, la que tiene una tapa de cristal, y rompa la realidad,
no conseguiremos nada.
Las visitas al paraíso,
después. Dejemos lo bueno para más adelante y centrémonos en dar cultura a los
incultos que se vuelven irracionales y malas bestias.
El vicio ha permanecido
sobre la mesa, el conocimiento se ha confundido con la falsa sabiduría, al
presente le hemos llamado pasado y al futuro presente. De una dimensión se ha
pasado a otra en los instantes precisos y premeditados. Y el pie que adentras
en el centro indudable da marcha atrás. No vayan a decir algo impropio los no sinceros.
Con cultura y conocimiento
se habrían superado todos los males, hasta los más propensos a la
desesperación.
Muere la realidad con el
aliento fétido de la oficialidad. Huele a vacío. Humildad, sinceridad y
compromiso. Y así incordias al vecino, a la mosca o al orden jónico. ¡Quién
pudiera ser hombre verdadero!
Ahora respiro y hay aroma a
romero. ¡Qué belleza!
Ahora dejaré de ser para
seguir siendo un pobre infeliz que fumaba a escondidas, en el cuarto de baño.
Ahora vivo del presente, el
pasado no existe.
Ahora que la virtud es
compromiso y deseo.
Ahora mastico el chicle
sabor a Coca Cola.
Ahora llaman mis padres
desde el cielo y les sonrío.
Ya viene la cultura con sus
ojos de plástico, al menos puedo ver algo.