martes, 10 de septiembre de 2013

El grado de decencia




La voz desaparece cuando habitas la palabra de otro. El eco es como el humo, ninguna percepción se compromete a seguir haciendo algo en equilibrio.

Dejas toda tu vida en manos de las nubes y ellas desaparecen el día que sopla el viento. Malgastas tu gato, tu pájaro, el sentido primero de la esencia más pura.

Todos somos felices si se acerca la muerte. En ese justo instante. El grado de decencia ilumina los rostros verdaderos.

La familia contradice, el amor da por hecho los actos imposibles. Solo al final del túnel la luz será borrosa. Hoy Saúl ha salido a pasear y no ha vuelto. Llevaba algunas ramas en las manos. Aspiraba el humo que aparecía en su camino, humo negro.

Saúl tiene la costumbre de dejar su sombrero junto a la pirámide verde de piedra de la mesa. La oculta, la tapa con la paja. La figura de piedra levanta todo aquello que la cubre. Junto a la pirámide verde hay otra más pequeña de color blanquecino. He dejado las piedras junto a ellas. Se mueven el mueble. Como habitando la palabra de otro que no se encuentra en ti.

Todos somos felices si la muerte nos llama. La vida es un contrato.