jueves, 12 de septiembre de 2013

Juramento solemne




Me gusta rebasar la línea que separa la realidad del miedo. En el infierno se vive mucho mejor que en el cielo. Nunca sabré si soy carne o pescado. Lo dije hace años y lo repito ahora. No me canso de arrojar el sombrero al césped y la verdad al huerto.

Mucha agua ha de caer para que tú regreses. Me queda la pena, me queda el aire. Siempre queda tu luz que me espera encendida al final de la calle, junto a los bares, las tabernas, las ofrendas a dios y su misterio. Lo siento, de verdad que lo siento.

Nunca calla el silencio. Hace tiempo que dije que no. No quiero estar sin verte más Saúl, a pesar de tu maldad.

Ahora da la sensación de que todo está en mis venas. Libre y sin gravitación me repongo al caerme. Busco aire y las nubes sonríen. Ha sido todo tan raro, sucedió todo tan fuerte.

El ser será la estatua de un poeta que se inmortaliza en el aire. No sabemos hacer nada y era de esperar.

Nunca debí saber quién eras, de verdad, si debo mentir que sea a las bellotas y a las encinas. Hicimos el aliño de sueños y de niños. La bandera del cariño deja de tener sentido en la pasión.

¡Qué prometedor! Todo es perfecto pero algo fallará. Enamorarme no me convenía. Aquellos que se acercan, aunque sea poco, a los siniestros son y serán siniestros. La lluvia guarda nuestro secreto, no lo olvides nunca.

Se enmudece la primavera cada vez que seco de lluvia la acera. Si tú no estás no volveré a oír tu voz. Vuelve la niebla, la falsa niebla a mi alrededor. Todo se disuelve en el roce. He perdido el cuerpo, el gato se ha marchado. El gorrión agoniza a los pies del tronco del acebuche, aquel que posee un hueco donde habitaba la comadreja. Chance.