La voluntad de figurar es un
síntoma de desesperación. Deseas aparecer en esa foto movida por las
eternidades. Y además, te atreves con un poema que causa figuración.
Nunca dudé de la capacidad
pero sí de la equidad, de la ausencia de inteligencia y de la falta de orden.
En el fuego que arde todos quemamos. Hasta los impresionistas que adquieren un
cuadro por retórica.
Aléjate del mundo, del ser,
de la compresión. Cuando recibo cartas las borro sin leerlas. Ahora mi memoria
es límite y es ilimitada. Centro la comprensión en la lógica, en la lógica
poética. El hielo se derrite porque el azar es bello, nunca por el calor o el
gusto.
¿Llegarás? ¿Dónde? ¿Lo
deseas? Y las respuestas se repiten en error, error, error. Las piedras siguen
en el bolsillo.
Pregunto a Saúl por la
poesía y me remite al indolente número 13. No se moja, no complace. La
admiración es un pensamiento y he dejado de hacerlo. El todo siempre es nada y
la verdad la causa que lo exprese.
Círculos, veo círculos. Solo
círculos ajenos a los matices de la espontaneidad. Viene la luz hacia nuestras
cabezas, es un inconveniente.
Hoy me has demostrado que no
merece la pena. Que los bellos poemas que has escrito arden. Todo arde. El
ingenio es prudencia y no lo posees, te hace daño.