martes, 10 de septiembre de 2013

Indolente




Indolente. Repito la palabra sobre el sillón del porche. Saúl pasea y mata hormigas. Los topos destruyen la lavanda y los agapantos. Llueve. La sensación de humedad es parecida a los viajes en la nube alejandrina.

Odio a los siniestros, aquellos que fabrican un nombre en la mediocridad del yomimeconmigo. Si mantienes la esencia en la pura armonía dormirás en la justicia. Si en cambio lloras de dolor se acumulan las diferencias entre la virtud y la existencia.

Todo se justifica en la armonía, todo se sustenta en la armonía, la vida del ser humano es armónica. Y esa proporción no es constante, es caos, confusión y desorden.

Aquello que se convierte en pasado permanece en el contrato. Ni se borra ni se elimina. Mantiene su presencia en el papel para que nunca olvides, recuerdes y consideres al pasado como presente eterno.

Se ha roto la piedra blanca. La grieta del comportamiento es apariencia. La agarro, lo hago con fuerza. Las manos sangran. Los filos no otorgan segundas oportunidades.

Saúl, en las mañanas, da lecciones para expulsar al gato. Se intenta pero no se consigue. Ganas respeto e integridad, nunca movimiento.

La vida es una limitación en estado primario. Llama a la puerta la muerte. Los pájaros permanecen en la rama de encina. El pilón suelta agua. Bailamos con la muerte en su misma presencia.