lunes, 1 de julio de 2013

El incidente




El día que el indolente número 1 llamó a la puerta a las dos de mañana sentí miedo. Era pavor, desilusión, angustia. Sin su visita el incidente se habría producido aunque su presencia aclaró muchas dudas. Es el misterio lo que alimenta al hombre, el cosmos, el espacio, el tiempo, el desasosiego.

Procedió a saludar, estrechó las manos, como quien ama a veces, y comenzó un largo discurso mental que respetaba y seguía.

El indolente número 1 solo leía a Rilke y a Joyce. Subrayaba expresiones y misterios, pistas de aprendizaje que el acontecimiento no era capaz de desvelar.

Y entre tanta verdad aparece la mentira, la vulgaridad del ser humano que imita y utiliza la palabra como un simple instrumento. La palabra no existe, la palabra es mentira si la utiliza el hombre, ya que el hombre es el símbolo de las cosas humanas y condenó a Sócrates. El hombre y el tiempo se funden en el interés.

Ignorancia, solo sé la confusión, la incertidumbre, el desconcierto. Silencio y soledad más patentes que nunca y la lectura en el aprendizaje. La verdadera lectura del lector-aprendiz.

El indolente número 1 poseía la figura externa de Juanjo, pero la mente del exterior más lejano.

Aquellos que piensen en la literatura como forma de vida no habitan este universo, tal vez en otro que no existe. Porque todo es mentira, la palabra es mentira y la verdad su símbolo.